El encuentro


Inicié mis pasos por un camino no previsto, racionalmente era un camino más largo al destino que me dirigía. Me dejé llevar, tenía el presentimiento, la certeza de que me iba a encontrar a alguien al que quiero.


¿Por qué elegimos un camino y no otro, una calle, un autobús, un metro?


¿Qué nos impulsa a cambiar de ruta y dirigirnos a otro lugar?.


Ese día en un cruce de una calle transitada, me paré para esperar que el semáforo se pusiera en verde. Cruce la calle, despacio sin prisas, sin saber que Javi había pasado por el semáforo, me había visto y estaba aparcando la moto a toda prisa para darme un abrazo sincero.


Que ilusión verlo, besos y abrazos, un sinfín de sentimientos. ¡Qué bonito reencuentro! Nos ponemos al día en nuestros quehaceres, en nuestros proyectos y en nuestros amores. Un encuentro fugaz de dos almas en la jungla de la ciudad. Dos caminos se cruzan sin saber muy bien como, para darnos los abrazos guardados que teníamos para nosotros. Me despido de él, emocionada con mis ojos empañados de la emoción y pienso en lo mucho que lo quiero. Subo la calle ensimismada en mis pensamientos, en el autobús miro mi reflejo en la pantalla y sigo aún sin reconocerme.


Estar sin debatir ni luchar, vivir con confianza y felicidad. Ser y vivir plenamente cada situación, cada momento del día. Colores , sabores y emociones nuevas forman parte de nosotros, de nuestro día a día. Pasan, nos atraviesan y se van. Como una hoja vibramos a cada emoción, palabra y pensamiento que tenemos, en resonancia a lo que emitimos recibimos. Nos expandimos, nos encogemos, brillamos y nos apagamos creando un sinfín de destellos y colores que interactúan en todo y con todo lo que nos rodean. Nada permanece aislado, todo tiene relación. Todo unido por hilos de oro de amor.

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