La vieja guerra civil española

Aún no sé muy bien cómo, ni por qué tuve la necesidad, hace unas semanas, de escribir sobre la Guerra Civil Española. En sí, el tema, cuando me tocó estudiarlo en la escuela, ni se nombró. Supongo que el motivo de pasárselo por alto fue porque estábamos en medio de la transición y era difícil de abordarla, de manera objetiva. Con un mensaje explícito, las monjas me trasmitieron que era mejor no decir nada sobre la Guerra por si emergían viejas heridas, mal curadas, y para qué revivir un pasado de dolor y vergüenza, mejor dejarlo tapado y dirigirse hacia el futuro de una nueva democracia.
En mi casa tampoco se habló de ella, sólo mi abuelo me explicó después de preguntárselo directamente, dónde estuvo destinado y qué hizo durante la Guerra.
Le pregunté en qué bando estaba (por lo de los ideales) y me contestó que en el bando que le cogieron. No pudo escoger, es más, si hubiera podido escoger no hubiera ido. Le tocó un bando y allí tuvo que luchar, sin más, porque si se hubiera negado, lo habrían matado.
Mi trabajo con ancianos me ha llevado, sin quererlo, a trabajar sobre la Guerra. Ha elaborar con las personas sus vivencias, sus recuerdos y darles una explicación positiva, de lo que aprendieron de la Guerra y aceptarla como fue.
En la mayoría de los casos que he trabajado, los ancianos se vieron obligados a luchar por unos ideales que no compartían, que lo único que querían era una juventud tranquila y haber vivido en paz.
Me planteo muchas veces, el porqué de las guerras y cómo los dirigentes manipulan a las personas para defender su poder, utilizan al pueblo para sus intereses y ambiciones personales. No quiero poner al pueblo de víctima, ya que el pueblo lo consiente y si lo consiente, es igual de responsable. Todas los bandos de una guerra salen perdiendo y es demasiado alto el precio a pagar. Toda una vida y sus posteriores generaciones con el dolor que ha generado y el esfuerzo de unión y perdón para sanearla.
Mi reflexión va más allá de las palabras, es un sentimiento, una emoción, un deseo de paz. Deseo con todo mi corazón la paz, aprender de los errores de nuestros abuelos, para que hallan servido de algo, como una lección de la que no hemos de repetir curso. La guerras actuales han cambiado y son mucho más sutiles, pero igual de devastadoras. Poner fin a ellas, sólo depende de nosotros, de cada uno nosotros con el propósito firme de vivir sin violencia, ni de pensamiento, ni de palabra, ni acción. ¡Vivir en paz es cosa de todos!

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